El triunfo de las caricaturas, el individualismo y el Status Quo

Desde el lunes pasado tuve una fuerte incertidumbre de lo que se avecinaba y una certeza relativa de lo que en diferencias numéricas se iba a manifestar, preveía una diferencia amplia aunque sin saber de quién. A una semana de la elección la polarización se convertía en un monstruo, las odiosidades, el clasismo y las falsas predicciones, entendidas como postverdad  habían inundado ya no solo las redes sociales sino que cada uno de los rincones de este país, llegando a los espacios más vulnerables, aquellos en que la penetración del mensaje se filtra bastante menos y “prende”. Lo más triste es que el instrumento fueron discursos que hieren, la homofobia, la xenofobia, la intolerancia y la competitividad descarnada despertaban lo peor de cada uno de nosotros, convirtiéndose así a la, entonces, próxima elección en la más emocional y visceral que había vivido.


La caricatura de chilezuela se instaló, el giro a la izquierda del 55 porciento del electorado de la primera vuelta, despertó uno de nuestros más tristes instintos y nos empujó a una jungla y la ley de la selva. Probablemente frases como la “metida de mano al bolsillo” vino a exacerbar este instinto protector de lo propio, y por el otro lado mentiras y menciones vacías a las ideas que tanto criticaron apaciguó a la prole, quizás apostando a inmovilizarla o más bien a no reactivarla, “superficialmente la cosa parecía dar lo mismo”. El Chile polarizado era AntiPiñera y “Anticomunista”, ambas caricaturas construidas por un solo sector, por lo que en realidad una, la primera, es menos caricatura que la otra. Entonces “el instinto de madre leona” fue más fuerte, la necesidad de defenderse de la metida de mano en el bolsillo movilizó, y movilizó más, movilizó directamente a los que de verdad les iba a tocar “ponerse” y movilizó también a los que aspiran ser algo parecido a ese 1%.

Por eso duele, porque hace un mes ese Chile que dijo; queremos más, más reformas, más derechos, mejores condiciones de vida, más seguridad social, una nueva constitución y otro número importante de reivindicaciones, fue atropellado por un instinto más crudo, oscuro más arcaico y sin duda anacrónico, un instinto que se debe erradicar cuando el individualismo coincide con el pisoteo, con el patrón de fundo. ¿Es ese el Chile que queremos?, sin duda que no, pero al parecer hacia allá vamos (sinceramente espero que no). El frente amplio sumó lo que había que sumar, nada es su responsabilidad, insisto el bolsillo movilizó aún más.

  • Pero eso no es todo, lo anterior solo responde a los últimos 30 días, la apatía se ha forjado los últimos 20 años con responsablidades de todos, y con empates forzados mediáticamente para generar cortinas de humo, confusión y cosechar. El caudillismo ha sido un cáncer, el caudillismo parlamentario su principal exponente, caudillismo que invisibilizan a quienes trabajan, a quienes construyen a quienes de verdad propenden a lo colectivo al verdadero y único fin, el bien común.
  • Ganaron entonces los que descansan hoy en el modelo, las AFPs, los mega ricos, los coludidos los “real fachos” ganaremos mañana todo el resto?. De verdad eso espero.
  • Es tiempo de reinventarse de construir puentes, de opacar a los caudillos, espero que el nuevo sistema también contribuya a ello, solos no podremos. Debemos participar, se debe construir poder popular efectivo, y no funcional. El hombre nuevo como caricatura hoy debe representar lo mejor de la derecha y lo mejor de la izquierda, un capitalismo efectivo y competitivo y un socialismo consecuente que no pierda el norte, que no se olvida de donde viene y que por sobre todo se enfoca en la equidad por sus otros fines doctrinarios.

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