El exterminio de la economía de ramales y su ausencia. Su recuperación una oportunidad para todos. ¿Y el turismo?
Desde la primera mitad del siglo XX, los camiones comenzaron a competir con los ferrocarriles por el transporte terrestre en Chile. Esta fue una de las principales causas de la decadencia de la Empresa en la década de 1970. Junto con ello, la dictadura de Augusto Pinochet Ugarte privatizó ferrocarriles y les quitó financiamiento, lo que llevó a la Empresa a una crisis progresiva.
Históricamente los chilenos y sus economías locales, al menos en el sur, respondían a la lógica de los ramales, los lafquenches y sus cochayuyos en temuco, así como en dirección opuesta lo hacían los pehuenches de la cordillera al valle central. Lo mismo se registra en Osorno que además destaca como corredor bioceánico del walmapu y Valdivia con sus conexiones fluviales entre Coñaripe y la mismísima costa mehuina. En definitiva la dependencia longitudinal de nuestras regiones con el centro es una creación y aberración del actual modelo, quizás es tiempo de mirarnos y abastecernos como antes.
Simultáneamente hemos observado el resurgimiento de la desmonetización de la economía local, el resurgimiento del trueque y los bancos de tiempo son ejemplos claros de ello, y en redes sociales podemos ver cómo se han organizado y representan una alternativa para reorganizar nuestras vidas en este nuevo modo coronavirus.
Hoy la pandemia nos ha hecho vernos de muchas maneras, algunas despreciables, pero dejando esos atisbos de xenofobias, signos de la ignorancia general, de lado muchas oportunidades han surgido en nuestro entorno inmediato y en torno a nuestros ramales. Nos hemos acercado a nuestros vecinos y hecho “negocios” pero también hemos visto las riquezas de nuestros vecinos de más al este y más al weste. Hemos contactado directamente la venta o intercambio de productos del mar y productos de la cordillera, valles y bosques, hemos descubierto nuevas proteínas, hemos reconocido la riqueza de nuestra tierra del comercio local y han perdido terreno los supermercados.
La CoVid-19 también nos ha aislado del centro, geográficamente y en temas de movilidad social.
En otro momento podremos criticar lo insuficiente de ese aislamiento en las condiciones actuales, sin embargo la disminución natural de dicha interacción podría y debería activar, entre otras cosas el turismo interno, en este caso el turismo de ramales.
Creemos que con medidas más claras de las autoridades, independencia del actuar de los gobiernos regionales y una industria turística organizada, hoy podríamos estar disfrutando de la nieve y las termas, bajo un nuevo paradigma, un paradigma de turismo accesible, organizado, menos intenso e incluso social. Como regiones debiéramos ser capaces de responder a las fragilidades propias de nuestras familias y sus sustentos, debiéramos procurar soluciones idóneas para un territorio muy distinto al metropolitano, debiéramos responder a nosotros mismos y ser un pueblo educado y organizado.
Y esto es extendible no solo a lo económico, hoy las regiones estamos pagando las medidas mediocres y a medias del gobierno para evitar la dispersión del virus. Hoy no existe un confinamiento adecuado en la región metropolitana, y en regiones, por ahora estamos enfrentándonos a ocurrencias de casos “importados”, al temor importado y a medidas mal importadas que nos han paralizado como entes comunitarios. Hoy, con un sistema capaz de sostener medidas sanitarias efectivas podríamos sin duda estar haciendo una vida casi normal, con los niños en clases(o la mita de ellos) con actividades culturales, actividades sociales como región y como región estamos libres, por ahora, de la libre circulación del virus pero no de la inoperancia de los ya mencionados y la negligencia de algunos.